Un cuento de Bernardo Segarra, participante del Proyecto Toma Las Riendas desde el proyecto Casa Don Bosco Valencia (FISAT).

Bernar, tras varios meses participando en el proyecto quiso ser responsable de ser agente de cambio en la CDBV. Quería dirigirse a los más pequeños y realizar una de las actividades que habían hecho durante el curso que tenía como objetivo averiguar los sueños Sde cada uno. Para poder introducir la actividad escribió este cuento pues, sabía que era la mejor forma de explicar a los más pequeños el tema de alcanzar los sueños. El protagonista de la historia es él y en ellas nos cuenta los sueños que tiene.

SIN MIEDO A SOÑAR

Érase una vez un niño llamado Crisber. Crisber tenía vacaciones de verano y, por primera vez se iba a casa de su abuela a veranear.

Su abuela vivía en un caserón en los montes de Croacia. La casa tenía tres pisos y unos 300 años. Cuando Crisber vio la casa pensó “qué vacaciones más aburridas voy a pasar”. Crisber no veía ninguna posible diversión en aquella casa.

Por la noche, aburrido en su habitación, decidió salir a investigar un poco. Recorrió varias habitaciones hasta encontrar una puerta que no se abría. Sabiendo que no estaba bien, hizo un poco de fuerza y entró. Aquella habitación le pareció fascinante porque, aunque llena de polvo, había un montón de objetos bonitos y curiosos.

Una armadura, un baúl, una cabeza de león, un cuadro de gente que tenía pinta de vivir en un castillo, un búho disecado… entre todas las cosas que había le llamó la atención una caja pequeñita. La abrió y encontró muchas joyas, entre ellas un anillo viejo y oxidado. Crisber comenzó a imaginar  la cantidad de historias que guardarían todos esos objetos. Sin más, se guardó el anillo y se fue a dormir.

A la  mañana siguiente, le despertó un silbido de tren. Crisber se levantó asustado pues no entendía de dónde procedía el sonido. Inmediatamente un hombre entró en la habitación y le dijo:

Señor Crisber su tren con destino a Egipto está preparado. Crisber no entendía nada ¿Dónde estaba? ¿Cómo que un tren? ¿Qué viaje? Unos de los sueños de Crisber era viajar por el mundo así que  no lo pensó dos veces y dijo: allá vamos. Vio las pirámides, las esfinges, recorrió el Nilo en barco… fue un día fantástico. Por la noche Crisber, no quería dormirse para que no acabara el día pero el sueño pudo con él.

A la mañana siguiente, Crisber se despertó por un lametón de caballo en la cara. Pensó: ¿y hoy, dónde estoy? Estaba durmiendo al aire libre en mitad de la montaña. Cuando se quiso dar cuenta estaba rodeado de amigas y amigos todos durmiendo en tiendas de campaña. A medida que se iban despertando le iban preguntando a Crisber qué harían en el día de hoy.  La escalada de ayer, comentó una de las chicas,  estuvo genial.  Crisber no sabía muy bien de qué le hablaban, lo que sí sabía es que siempre había soñado ser monitor de actividades al aire libre. Comenzó a pensar y dijo: hoy, equitación y descenso del río. Pasó una mañana fantástica junto a sus amigos. Cuando cayó la noche esta vez sí quiso dormir para saber qué le depararía el día siguiente.

A la mañana siguiente sucedió lo mismo, esta vez era director de la fábrica de chocolate Milka, al siguiente, profesor de idiomas y al otro, piloto de carreras. Cuando llegó la séptima noche Crisber cayó rendido de toda la semana. A la mañana siguiente se despertó en casa de su abuela. Crisber se sintió algo triste porque había terminado su sueño. Quiso compartir con su abuela lo que le había sucedido y el motivo de su tristeza. Su abuela quiso darle otra visión: un sueño no solo se sueña, se construye, se sostiene y luego se logra. Crisber deberás trabajar  para lograr lo que deseas. Crisber se dio cuenta que aquello había sido sólo el principio, tenía toda la vida para conseguir que sus sueños se hicieran realidad.

Bernardo Segarra, participantes de “Toma Las Riendas”.