Desde bien pequeña mi vida ha sido bastante compleja. Mi familia en aquel entonces disponía de pocos recursos y mis dos hermanas estaban enfermas. Ellas necesitaban muchísima atención, y cada dos por tres alguna se quedaba ingresada en el hospital. Muchas veces tenía que quedarme un tiempo con mi tía porque mis padres no podían darme la atención que necesitaba en ese momento.
Me hacían bullying en el colegio y no se lo conté a mis padres con tal de no preocuparlos más de lo que ya estaban.
Un día cuando tenía nueve años al volver a casa del colegio me dieron la noticia de que mi hermana Noelia había fallecido, desde aquel día empecé a cerrarme más aún con la gente. Por suerte ese mismo año me abrieron las puertas en el centro de día Entreamics.
No fue fácil, a mí me suponía abrirme a ellos y aprender a contarles situaciones bastante fuertes en ocasiones, y puedo llegar a entender que para ellos tampoco fue sencillo trabajar con una niña de actitud agresiva, a la defensiva constantemente e introvertida.
Tiempo después falleció mi hermana Sonia. Y yo con tan solo 12 años sentí que el mundo me venía grande. Ahí fue cuando realmente me di cuenta de todo el apoyo que me daba el centro.
Aproveché todas y cada una de las actividades que me ofrecía el centro, las acampadas, las excursiones, las buenas tardes, el viaje a Turín, e incluso alguna charla que me daba algún educador/a y entre todas ellas poder participar en Toma las riendas.
En Toma las riendas pude darme cuenta de que no solo era yo quien lo había pasado mal, conocí gente increíble, se creó muy buen ambiente desde el primer momento, éramos unos chavales que a pesar de todo lo que habíamos pasado cada uno sacábamos nuestra mejor sonrisa y a cantar. Aprendí a abrirme un poco más sin miedo y poder conocer a personas que a día de hoy sigo apreciando muchísimo. También aprendí que si hay algo que te apasione hay que ir con todo a por ello, aunque no nos salga a la primera ni la segunda, se trata de ser constante y muy pacientes, pero nunca rendirse.
Con paciencia, mucha fuerza y constancia aprendí a vivir con aquello que tanto me marcó, aprendí a vivir con mi realidad familiar, superar el duelo de mis dos hermanas y superar todos los obstáculos que se me presenten en el camino.
A día de hoy aquí sigo, estudiando el grado de APSD(Atención a personas en situación de dependencia), lo que tanto quería, también sigo de voluntaria en el mismo centro donde me ayudaron a mí para poder ayudar a otros chavales y también para agradecerle al centro esa gran labor que hicieron en su momento conmigo. Ahora sí puedo decir que no fue fácil, pero estoy consiguiendo todo lo que un día soñé.
Rocío (FISAT)